Es lamentable que en nuestro país se vuelvan a repetir hechos como estos, evocando la época del noriegato y su estúpida dictadura.
Esta es la prueba que los intereses privados atentan también contra la democracia y son los que conducen por caminos negativos y equivocados al país, con sus consecuencias nada edificantes. En ese espejo debemos vernos todos los panameños, cuando los poderosos hacen lo que les viene en gana con las personas y bienes en el país.