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viernes, 29 de noviembre de 2013

Capítulos de la Historia: Para una historiografía nacional


  Estos escritos son publicados para que los panameños o personas interesadas en la historia de Panamá vean la otra cara de la moneda.

A Malvina Nereida Escala de Fuentes (1949-2002)

    Autor de originales y valiosos trabajos sobre la vida colonial panameña, el infatigble historiador Alfredo Castillero Calvo, ha insistido reiteradamente en la ignorancia que tiene el panameño de la historia de su patria.
En la Introducción a su obra Conquista, Evangelización y Resistencia, de 1995, concluye: "...Panamá epitomiza la historia americana, y estudiando la historia panameña, se pueden discernir fácilmente las secuelas y recurrencias de la historia más amplia del mundo hispánico continental" (página 34).  Sin embargo, agrega Castillero Calvo: "la historia panameña colonial tiene claros enormes y turbadores... (28) Al terminar este nuevo esfuerzo descubro, sin sorprenderme, que todavía queda mucho camino por andar, porque la historia colonial panameña esta todavía por escribirse.  Es un desafío que no se agotará fácilmente. (36).

   Lamentablemente, lo que de la historia colonial panameña dice Castillero Calvo, puede extenderse  a la
historia general panameña, que también 'está por escribirse'. Y algo más grave: el tercer período de esta historia general panameña, el período independentista, que se inicia en 1821 y sigue a los dos períodos indígena e hispánico, se lo ha reducido a una patraña antipanameña, inventada por la Nueva Granada, la enemiga  número uno de Panamá.  Y a esa patraña la repiten irresponsablemente aquí algunos alfabetizados, llamando 'Panamá colombiano' ese tercer período, haciendo entonces Panamá parte de la Nueva Granada, ese país que desde 1886, usurpa el noble nombre de Colombia, confundiendo la historia. Por otro lado y si
coincide con Castillero Calvo, ¿cómo puede Panama 'epitomizar'la historia americana,  si no existe una realidad propiamente panameña que se mueva en el tiempo, esto es, que construya su historia, la res gestae 
de los panameños, para poder así 'epitomizar' la historia americana; y sin tener tampoco conciencia de ella, como se ha querido hacer ver por los detractores de esa misma realidad?  Porque una cosa es la existencia de esa indiscutible realidad panameña, sobre la cual se conservan testimonios innumerables de diversa índole, y otra cosa es la carencia de estudios sistemáticos, reflexivos y continuos sobre esa nacionalidad panameña indubitable.
En la obra La historia de Panamá en sus textos,  en dos tomos, los autores Carlos Manuel Gasteoro (1922-1989), Celestino Andrés Araúz y Armando Múñoz Pinzón, se contradicen repetidamente respecto a la identidad nacional panameña, su personalidad histórica inconfundible y su gesta independentista. Cito según la segunda edición de dicha obra en octubre de 1999. En la página 29, el título del capítulo cuarto de la primera parte: A manera de introducción y epílogo dice así: En busca de nuestra identidad nacional. Primea mitad de la Centuria Decimonona.  Y este sentido de 'busca de nuestra identidad nacional' parece corroborarse en el capítulo que se titula: Los movimientos autonomistas como búsqueda de nuestra identidad nacional' parece corroborarse el capítulo que se titula Los movimientos autonomistas como búsqueda  de nuestra personalidad histórica .  En realidad, por lo que viene después y evitar la contradicción, este título debiera quedar así: Los movimientos autonomistas como prueba de nuestra personalidad histórica.  Y los autores citados confirman esto que digo, de acuerdo a los títulos siguientes (del primer tono, aunque la numeración del índice no corresponde a la página del texto): en la página 245: El anseatismo: proyecto autonomista panameño frente al centralismo colombiano.  Como se ve, el autonomismo panameño o, lo que es lo mismo, su soberanía, se da frente a Colombia, y, con  mayor razón, frente a la Nueva Granada, que, desde 1886,, usurpa el noble nombre de Colombia. Y que esto es así, tornan a repetirlo Gasteazoro, Araúz y Muñoz en la página 727: El Estado Federal de Panamá: manifestación de nuestra personalidad autonomista; en la página 287: El incidente de la 'Tajada de Sandía', manifestación popular de nuestra nacionalidad; en la página 295: El convenio de Colón: neutralidad y autonomismo frente al caudillaje y centralismo bogotano.

   Pero hay más: en la página 225, los autores mencionados titulan el artículo de esta manera: La independencia de 1821 como nueva etapa en el devenir histórico panameño. Y esto no significa  -y no puede significar otra cosa- sino, primero, que la nacionalidad panameña, la personalidad histórica existió aun antes de la proclamación de su independencia, el veintiocho de noviembre de 1821, con José de Fábrega; y en segundo, que en esta fecha comienza 'una nueva en el devenir histórico panameño', o sea, el tercer período de su historia, el período independentista. Por consiguiente, hablar, como hablan algunos alfabetizados de un 'Panamá colombiano', es un enorme disparate.  Es evidente, incluso para el menos avisado, que no puede hablarse, durante la misma época, de búsqueda de nuestra identidad nacional' para esas fechas, entonces no se estaría en una situación distinta a la de los otros países de Hispanoamérica, concretamente a la de la Nueva Granada.
Lo dejó escrito Justo Arosemena en 1855 (El Estado federal de Panamá): "Ni siquiera hubo rebelión (en 1831) en el sentido más lato que se quiera dar a la palabra porque Colombia habría desaparecido y la Nueva Granada aun no existía como nación". ¿Cómo es posible que 'intelectuales  panameños' supediten la historia de la Patria panameña a la historia de la Nueva Granada, la falsa Colombia, que no es anterior ni está mejor definida que la de la Patria panameña? ¿Cómo es posible que dividan la historia panameña en cuatro períodos: la indígena, la hispánica, el 'Panamá colombiano' y la república? Es algo razonablemente incomprensible.  La historia panameña se divide en tres períodos, los tres con altibajos: el indígena, el hispánico y el independentista; éste comienza el  veintiocho de noviembre de 1821 y llega hasta el mismo día de hoy, cuando esto se escribe; y seguirá mañana, con los nuevos defensores de la Patria panameña.

   El veintiocho de noviembre de 1821, "Panamá, espontánemente y conforme el voto general de los pueblos de su comprensión, se declara libre e independiente del Gobierno Español". Así reza el artículo primero del Acta de Independencia de Panamá de España en 1821. Y esto sólo podía declararse y realizarse por un pueblo con clara conciencia de su propia identidad y firme convicción de una legítima autonomía.  Y esta 'libertad e independencia' habrá de confirmarse a lo largo de su historia por las sucesivas generaciones décimonónicas.

   En 1830, al disolverse Colombia, "Panamá se separa desde hoy del resto de la República y especialmente del Gobierno de Bogotá (artículo primero del Acta de 1830).

   Y en 1840, al establecerse la Primera República, el general Tomás Herrera explica en su Informe de 1841: "Efectivamente recobramos nuestra soberanía, deliberamos y nos constituímos..." E insiste, notablemente:  "Independencia absoluta del Istmo, o unión al resto de la Nueva Granada, bajo un gobierno de forma federal". A esta elevada propuesta integradora panameña, respondió la Nueva Granada con la traidicón de 1846, al firmar el nefasto tratado  Mallarino Bidlack con Estados Unidos de América, por el cual arteramente se apoderaban de Panamá.
Pero, antes en 1831, sin gringos, "los hijos del Istmo, autorizados por las circunstancias actuales, pueden y deben ver por su futura felicidad, haciendo uso de la soberanía que han reasumido, y de que no han dispuesto después de la rotura del antiguo pacto colombiano..." Justo Arosemena, en 1855, dio una interpretación exacta , correcta, patriótica de ese proceso autonomista panameño: " En el lenguaje imperfecto de aquel tiempo (1821)..., era en efecto la federación lo que significaba...En la lógica de aquellos tiempos (1831) se hizo delito de lo que no era sino el perfecto uso del derecho popular, el derecho incontrovertible de la soberanía". El Estado Federal de Panamá, de 1855, de Justo Arosemena, y el Convenio de Colón de 1861, de Santiago de la Guardia, continúan esa lucha permanente por la soberanía panameña, pero ahora más reflexiva y prudente, pues, por la traición de la Nueva Granada, se ha constituido el eje Washington- Bogotá antipanameño y antihispanoamericano.  Por fin, en 1903, revolviendo un pasado que se iba adormeciendo, los próceres del Tres declaran: "Para llevar a la práctica el cumplimiento de la resolución que tienen los pueblos de Panamá de emanciparse del gobierno de Colombia (Pequeña Colombia, quieren decir, o sea, la Nueva Granada) en uso de su autonomía y para disponer de sus destinos...

   Todo esto hace evidente que la identidad nacional panameña y su relevancia histórica se fue forjando durante el período hispánico; y es esa misma identidad nacional panameña la que declara la Independencia en 1821; la que proclama la Primera República en 1840; la que -luego del ominoso  tratado Mallarino -Bidlack, de 1846- lucha por la auténtica neutralidad y el estado federal; la que proclama la Segunda República en 1903; la que se rebela explosivamente en 1964; y es la misma a la cual, como en 1846, se la traiciona otra vez y se la somete a la intervención extranjera por el tratado Torrijos- Carter de neutralidad de 1977, apéndice ahora de lo que llaman Plan Colombia, del eje Washington- Bogotá, antipanameño y antihispanoamericano.

FERMÍN AZCÁRATE
Febrero 2001